sábado, 25 de junio de 2016

La vida en Pareja y el Comportamiento Pasivo–Agresivo

En la actualidad, se menciona como ‘comportamiento pasivo-agresivo’ a un conjunto de conductas repetidas en el tiempo, que generan obstáculos y complican las relaciones afectivas, laborales o sociales, pudiendo llegar -incluso- a provocar rupturas temporales o permanentes.


Antes era visto como uno de los tantos ‘trastorno de la personalidad’ ya tipificados por la psicología, como el ‘Trastorno paranoide’ (el sujeto piensa que los demás le quieren dañar) o el ‘Trastorno histriónico’ (la persona se caracteriza por una excesiva emocionabilidad y tendencia a llamar la atención), por citar.




Hoy, si bien todavía existe el debate para su clasificación, una coincidencia parece ser el común denominador de todas las posturas: el ‘comportamiento pasivo-agresivo’ es una conducta, habitualmente racional y consciente, que luego se transforma en un cuadro patológico al hacerse ‘constante y reiterado’, sin que ello sea consecuencias de otras afecciones psiquiátricas.


Aún cuando los vínculos afectivos (especialmente los de la pareja) representan un ámbito en el cual resulta complicado reconocer un comportamiento pasivo-agresivo, se pueden bosquejar algunas de sus características.


-En el espacio de la pareja, según se desprende de los trabajos de la psicóloga y antropóloga Fabiana Porracin, la persona pasiva-agresiva vive inmersa en una permanente disyuntiva. Por una parte, quiere ser aprobada y satisfacer las demandas de su pareja, pero -por otra- teme perder o disminuir su libertad. Esto se agrava si -además- se compara con amigos o amigas que proclaman constantemente ‘lo libres que son’.

El pasivo-agresivo no concibe que no todas las demandas son arbitrarias o abusivas, sino que forman parte de los intercambios en pareja”, subraya la especialista.


-De ordinario, la persona se resiste a cumplir con sus obligaciones o compromisos, pero no rechazándolos abiertamente, sino negándose ‘pasivamente’. Es decir, se ‘olvida’ de algunas cosas o tareas; se descuida, insume más tiempo para hacer las cosas (todo es lento), se olvida dónde dejó tal o cual cosa, pierde papeles, o le toma por sorpresa el desorden de un cuarto que por mucho tiempo ya vio que estaba así, por lo que avisa que le llevará mucho tiempo arreglarlo. . . en el futuro.

En otras palabras, no dice ‘no voy a hacer esto o aquello’ sino que ‘lo posterga’ lo más posible, o hasta que cambie –momentáneamente- su humor. El problema es que lo que esa persona no hace, luego lo tendrá que hacer la otra parte.

Por ejemplo. Un padre se comprometió a buscar a los niños del colegio. Pero una vez no pudo porque se le hizo tarde; otra porque había mucho tráfico; otra porque tuvo que esperar demasiado para cargar combustible. La conducta se reitera y será entonces la madre la que tendrá que suplirlo en el compromiso de traer a los hijos de la escuela.


-Ante discrepancias o conflictos personales, rara vez dice lo que realmente piensa, aún a costa de fingir o mentir. Puede incluso mostrarse de acuerdo con la postura de su pareja, pero para sus adentros piensa que está equivocada y siente que es la causante de sus padecimientos; y -por lo mismo- en su intimidad no ve ningún error por corregir, ya que se ve como una víctima, destinada a resignarse con tal de seguir con su actual pareja.


-Habitualmente, se enoja con más frecuencia de lo que parece, pero sin explicar abiertamente la causa de su molestia. No busca el momento, por ejemplo, para llamar a su pareja y manifestarle que tal o cual cosa le ha molestado o herido.

Más bien, recurre a un aparente ‘manso silencio’ para demostrar su enojo, pero asegurándose que tal ‘silencio’ sea lo suficientemente notorio; o genera un clima familiar hostil por tonterías, salvo que pierda el control y entonces, en medio de una discusión, puede llegar a enumerar -a la velocidad de la luz- todas las injusticias y todo lo que ha sufrido en el pasado o en el presente, pronosticando -incluso- los padecimientos que le esperan en el futuro o remarcando ‘como se le está yendo la vida en medio de tanto sufrimiento’.


-Prácticamente se opone a casi todo: a una nueva iniciativa, a un cambio, a una mejora doméstica, o a cualquier otra cosa. Sin embargo, rara vez lo expresa; y si opina, lo hace de un modo suave, como pensando en voz alta; o -más todavía- puede prestar conformidad y comprometerse a hacer su parte en el nuevo proyecto.

Pero, como se dijo más arriba, al poco tiempo manifestará su ‘resistencia’ a la iniciativa en curso, no de una manera explícita sino pasiva: dejará de cumplir con su parte, lo cual hará que su pareja se vea desconcertada y tenga que asumir la totalidad de las responsabilidades que -en su momento- habían sido repartidas entre los dos.


-Frecuentemente, dice cosas aparentemente inocentes y hasta ‘dulces’ pero que tienen un doble mensaje y encubren una provocación o una agresión a su pareja.

Por ejemplo:

-“Te hice esta torta que a vos te gusta” - le dice la mujer al marido

-“Qué bien. Gracias. Ya era hora. Ojalá siempre tuvieras tiempo libre.” - responde el marido

En la respuesta de este último (si fuera un pasivo – agresivo), se podrían distinguir tres momentos: a) La supuesta alegría y agradecimiento (‘Que bien. Gracias’); b) El reclamo por la poca atención que recibe de parte de su pareja (‘Ya era hora’); y c) La denuncia de que su mujer solo se ocupa de él cuando ‘le sobra’ tiempo (‘Ojalá siempre tuvieras tiempo libre’).

Sobre esto, la escritora Elizabeth Levy Sad, en su artículo ‘Hostilidad oculta’, expresa que “algunas personas pasivo-agresivas son extremadamente amables y cordiales, y evitan toda clase de confrontación. No obstante, en su fuero íntimo, desprecian, envidian y critican a casi todo el mundo.

Esa ambivalencia no se puede ocultar por mucho tiempo: de alguna manera se expresa y genera conflictos explosivos e inesperados”.


- Esconde información que puede ser vital para su pareja. Si el pasivo - agresivo es el marido, por ejemplo, podría haberse ‘olvidado’ de decirle a la mujer que llamaron de tal lugar para ofrecerle un empleo; o si fuera la mujer, puede que se haya ‘pasado por alto’ que llamaron del trabajo para decirle que cambió su turno laboral.


Para terminar y lamentablemente, el tratamiento de este comportamiento suele ser difícil de resolver, ya que se torna arduo convencer a la persona de que tiene un problema. Sencillamente, opondrá gran resistencia porque, según ella, está en perfecto estado y, en todo caso, solo admitirá que la perturba las continuas injusticias que tiene que vivir en su familia.


Sin embargo, una salida consiste en que la pareja de quien sufre de esta afección, recurra a un profesional para comentarle la situación y recibir directivas sobre como intentar ‘abordar’ a su cónyuge para hacerle ver que necesita ayuda.

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