lunes, 20 de junio de 2016

Miedos y Temores que atormentan

El miedo es un sentimiento más o menos intenso, una emoción, que -en sí mismo- hace las veces de un arma protectora que nos permite ser prudentes y precavidos en nuestras vidas.


Esto es así toda vez que, ante un peligro real, nos lleva a reaccionar de tal manera de asegurar nuestra propia supervivencia. Es lo que nos ha permitido sobrevivir como especie a lo largo de toda la historia.




Por ejemplo, caminar justo por el borde de un precipicio provoca miedo, porque detectamos (consciente o inconscientemente) que al hacerlo nos exponemos a riesgos y amenazas que atentan contra nuestra vida. Podemos caernos, simplemente, por un pequeño tropezón, por un mareo breve, por una ráfaga de viento, o cualquier otra cosa menor.


Como sea, detectamos el peligro y tomamos precauciones.


El problema aparece cuando este sentimiento no tiene nada que ver con protegernos de alguna amenaza real, y solo nos provoca angustia, perturbación, nos vuelve ansiosos o nos sumerge en un mar de intranquilidad.


No se habla aquí de las fobias (que son trastornos emocionales o psicológicos que se traducen en miedos intensos y exagerados ante algunas cosas o situaciones) y que ya han sido estudiadas por la psicología, como la claustrofobia (miedo a los lugares estrechos y cerrados), la acrofobia (miedo a las alturas), traumatofobia (miedo a los accidentes), etc.


Simplemente, nos referimos a lo que podríamos llamar el miedo insustancial, el miedo tonto, el temor que uno mismo puede inventarse para luego ser atormentado por el.


Por ejemplo, algunas personas tienen miedo al qué dirán o pensarán los demás; o temen confesarle explícitamente su cariño al ser que aman, o pedirles disculpas por algo; o tienen miedo a invitar a alguien a un festejo doméstico.


Otras, temen que algo vaya a pasar en tal o cual situación, sin tener ningún fundamento para pensar que ello va a suceder necesariamente. Por ejemplo: hay quienes tienen miedo que llueva y se entorpezca la celebración de un cumpleaños, prevista para varios meses más adelante; o temen y realmente creen que, al atender el teléfono en tiempos comunes, seguro que le darán una mala noticia; o tienen miedo de que, por el sólo hecho de sentarse en un vehículo detenido, igualmente algo les puede suceder.


Hay, además, casos muy singulares. Por ejemplo: una cosa es controlar, antes de irnos a dormir, que las puertas estén bien trabadas, o que el gas esté cerrado, o que las canillas no pierdan agua, o que queden apagadas las luces que corresponden. Podemos controlarlo una vez, dos, pero ¿ocho veces…? Más todavía. Hay gente que controla estas cosas innumerables veces y se acuesta, pero luego se levanta a los pocos minutos para cerciorarse nuevamente de que todo esté en orden.


Por supuesto, la lista podría ser interminable. Por lo pronto, conviene preguntarnos cómo podemos superar nuestros propios miedos y temores.


Sobre esto, se proponen algunos pasos a seguir:

a) Pensar, reflexionar (y eventualmente hacer una lista) sobre las cosas o situaciones a las que se les tiene miedo. Es como preguntarse ¿A qué le temo?

b) Tratar de encontrar el motivo por el cual se le tiene miedo a algo, y su antigüedad. Es como interrogarse ¿Por qué y desde cuándo temo tal o cual cosa?

c) Intentar descubrir el perjuicio que nos causa temer de este modo. Por ejemplo ¿Qué consecuencias me traen estos miedos? ¿Cuánto de mi libertad pierdo por ellos? El tormento que me provocan ¿Me cambia el humor, aumenta mi agresividad, interfiere en mi familia o dispara mi ansiedad?

d) Aprender a hablar de nuestros temores y compartir nuestra experiencia con los demás. Es probable que al hacer esto, nos demos cuenta que otras personas también tienen los mismos miedos; o que algunas temen cosas que nosotros no; o que otras – y al revés- no le tienen miedo a lo que nosotros sí.


Desde el punto de vista psicológico, estos sencillos ejercicios ayudan a que nuestros miedos y temores comiencen a disminuir -e incluso- a que algunos puedan directamente desaparecer de nuestras vidas, liberándonos en gran parte del estrés que nos causan.


Por supuesto, habrá situaciones en donde sea necesario recurrir a un profesional. Pero, mientras tanto, vale la pena hacer el intento personal.


Como sea, les dejo un sonido (Tecnología Isocrónica Aplicada) que les puede ayudar a liberarse de gran parte de estos tipos de miedos y temores.


Solo deben buscar un lugar cómodo y apropiado (por ejemplo, el dormitorio), escucharlo con auriculares (dos o tres veces, mediando cuatro o cinco días entre una escucha y la siguiente), tratando de mantener la atención en la melodía. Los efectos saludables lo notarán entre dos y seis semanas, aproximadamente.

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